La jícama

un tubérculo muy mexicano

jicama
 Jamie Grill/Getty Images

La jícama es tubérculo que en México se come generalmente como fruta. Por fuera se parece un poco en su forma al nabo y está cubierta de una delgada cáscara de color café grisáceo. Por dentro es blanca y tiene la textura crujiente de una papa cruda o de una pera. Contiene una buena cantidad de potasio y de la vitamina C.

Variedades de jícama

Existen dos clases princpales de este alimento: la jícama de agua, de forma bastante redondeada y con jugo transparente y la jícama de leche, que tiene una forma más alargada y cuyo jugo es blancuzco. Si bien muchas personas consideran más dulce el agradable el sabor de la jícama de agua, se pueden emplear indistintamente los dos tipos.

Descripción de la planta

La planta (Pachyrhizus erosus) es enredadera y llega a crecer hasta seis metros de largo. Sólo las las raíces se consumen, pues las hojas no son comestibles y las semillas, que aparecen en vainas, son venenosas, Los tubérculos o bulbos crecen debajo de la tierra y pueden alcanzar hasta decenas de kilos, aunque los que comúnmente se encuentran en los mercados no pasan de los tres o cuatro kilos, e inclusive se venden jicamitas chicas conocidas como "piñateras."

Origen de la jícama

La jícama es originaria de México y Centroamérica y fue cultivada y consumida por muchas culturas prehispánicas de las Américas. Su nombre en lengua náhuatl (idioma de los aztecas) es xicamatl, cuyo significado es "raíz acuosa."

Tras la Conquista, la jícama fue llevada por los españoles a las islas Filipinas, de donde se extiendió a muchas partes de Asia. Hoy es conocida y empleada en la gastronomía de varios países del sudesete asiático, donde se prepara cocida al vapor, horneada, o frita y es apreciada por tener la cualidad de absorber los sabores de los demás elementos con los cuales se cocina.

Comprar y preparar la jícama

En México la jícama normalmente se come cruda. Es común verla picada y aderezada solamente con jugo de limón, sal y chile en polvo. Para preparla sólo hace falta pelarla y cortarla en trozos del tamaño que se desee. Puede costar un poco de trabajo cortarla, pues es bastante dura y de forma irregular.

Al comprar tu jícama, escoge una que tenga la cáscara lisa, sin arrugas ni manchas oscuras, porque éstas pueden indicar que la fruta ha estado guardada durante demasiado tiempo. Cerciórate de que no tenga hendiduras suaves; ésto quiere decir que ya empezó el proceso de su descomposición.

Al llegar a casa, mete la jícama al refrigerador, donde se podrá conservar bien hasta por un par de semanas. Pélala y córtala en trozos, tiras, o láminas (tambien se puede rallar) poco antes de que se vaya a consumir. Por su dureza, requerirá de un cuchillo grande y filoso—córtala con calma y con mucha precaución. Debido al proceso de oxidación, lo blanco de la jícama se empezará a poner oscura si no se consume dentro de un par de horas después de pelarla y cortarla. Ésto no altera la calidad ni el sabor de la jícama, pero si lo quieres evitar por razones estéticas, frota las superficies de la jícama con un poco de jugo de limón después de cortarla.